DESDE EL POSO HASTA EL MARTIRIO

El evangelio de hoy es una experiencia más del encuentro con el Señor, encuentro que cambia la vida; la famosa samaritana ascendió, gradualmente, en conocer a Jesús hasta que llegó a proclamarlo “el Señor de su vida”:

Cuando la Samaritana estaba junto al pozo buscando agua para beber, encontró a Jesús. Allá, con todas sus preocupaciones mundanas, no podía ver en Jesús más que un judío y un hombre común. Por ello le dijo: "?Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana?". Pues para ella Cristo no es más que un hombre extraño, y aún más lo ve como a un enemigo.

Jesús le habló del "agua viva" de la cual quien beba no volverá a tener sed jamás. Este discurso la llevó a reflexionar sobre la religión y por ello dijo: "Eres acaso mayor que Jacob?"

a partir de este diálogo religioso, el Señor la condujo hacia el auto examen y le preguntó a cerca de su marido y de su vida privada en lugar de seguir con cuestionamientos religiosos. Cuando las palabras tocaron la vida y la moral, Jesús pasó a ser para ella un profeta, ya que los profetas siempre han pedido la concordancia entre la religiosidad y el comportamiento “porque yo quiero misericordia, no sacrificio, dice el Señor” (Os. 6, 6).

Y por medio de esta puerta vital, el Señor le habló de la religión como la adoración en el Espíritu y no en la letra. Le habló de la religión, no como deberes y leyes, sino como amor voluntario y como la experiencia de la Verdad. Este diálogo le hizo acordarse del Mesias, y Jesús le dijo: "Yo soy, el que habla contigo." Aquí Jesús pasó a ser para ella el Cristo esperado, el Salvador del mundo.

Mientras se preocupaba por sus necesidades materiales, lo vio como un judío; luego cuando comenzó a transitar por el mundo de la religión, lo consideró religioso; cuando experimentó conocerse a sí misma y confesar su realidad lo admiró como un profeta; finalmente cuando llegó a la adoración en Espíritu y en la verdad, a la libertad de la fe, comprendió que Él era el Mesias.

Y lo más grandioso es que en cuanto comprendió que Cristo es el Salvador del mundo, se convirtió en una apóstol de Él: dejó su cántaro bajo los pies del Señor y corrió a anunciar a sus compatriotas: “Venid a ver”; dejó su vida bajo los pies del Señor, y fue a ofrecer su martirio, es decir, su testimonio. Ella es la Santa Fotini (iluminada), la mártir de Cristo que la Iglesia conmemora el día 26 de febrero. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.