14/02

febrero14_San_MaronSan Marón eligió una morada solitaria no lejos de la ciudad de Cirrus al norte de Siria, y allí, por espíritu de mortificación, vivía casi siempre a la intemperie. Cierto es que tenía una pequeña cabaña cubierta con pieles de cabra para taparse en caso de necesidad, pero rara vez la utilizaba. Encontró las ruinas de un templo pagano, lo dedicó al verdadero Dios  y lo convirtió en casa de oración. San Juan Crisóstomo, quien lo estimaba mucho, le escribía desde Cucusus, donde estaba desterrado y se encomendaba a sus oraciones, rogándole le diera noticias suyas con la mayor frecuencia posible.

San Marón había tenido por maestro a San Zebino, de quien había heredado la virtud de la oración constante. Se dice que pasaba días y noches enteras orando  sin experimentar cansancio. Generalmente rezaba de pie, aunque cuando ya era muy anciano tenía que sostenerse con un báculo. A los que iban a consultarle les respondía con la mayor brevedad posible pues deseaba pasar todo su tiempo en conversación con Dios.

Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

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Padre Juan R. Méndez ()

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